"Lista 3, lista 3", fue el pedido a gritos por congresales radicales, que terminaron cantando que volverían a ser gobierno "como en el ‘83".
Tres es más que una lista, porque el Congreso partidario estuvo atravesado por la atenta mirada de tres gobiernos: nacional, provincial y municipal capitalino. Tres es el puesto que la UCR cordobesa corre el riesgo de volver a ocupar por tercera vez consecutiva en una elección.
Lo más importante de la deliberación fue la contundencia del rechazo a un acuerdo con el Frente Cívico, aunque en el apasionamiento por rechazar alianzas, los radicales votaron que no quieren saber nada de nada con ninguna otra fuerza política. Extraña postal de un partido, que se cierra cuando todas las fuerzas intentan armar su base de sustentación. Aplauden la cerrazón eufóricos, pero tras cartón anuncian como primera promesa de campaña una apertura: la de hacer una acción coordinada con el resto de las bancadas de la oposición al kirchnerismo. Y siguen las paradojas. No fue el hiperdenunciólogo Luis Juez el que acusó a los radicales de ser funcionales a la estrategia de los gobiernos nacional y provincial, sino el propio titular del partido,
Mario Negri, el que ventiló desde el tercer piso de la Casa Radical que había una mano negra de los K, apenas le propinaron una dura derrota en la planta baja de la vieja casona. Más allá de dichos y chicanas, de contradicciones (como las que impulsaron la alianza con el Frente Cívico después de haber sido denunciados por Juez o las que la rechazaron después de ganar en sus distritos aliados con el ex intendente hace dos años), la decisión mayoritaria del radicalismo formaba parte de los planes tanto de los Kirchner como de Juan Schiaretti.
El ministro que más opera en el armado político del gobernador dijo a quien quisiera oírlo estos meses que tenía dos objetivos antes de la elección: que fueran separados el Frente Cívico y la UCR y que el PJ lograra tener un candidato con cierto posicionamiento.
Objetivos cumplidos.
Los candidatos radicales, encabezados por Oscar Aguad y Ramón Mestre, se suman ahora al coro antikirchnerista que ya integran Juez y Eduardo Mondino. Tienen dos meses para convencer a los ciudadanos que sus voces son más afinadas que las de los otros dos, además de revertir la tendencia que se dio en las urnas hace menos de dos años, cuando los cordobeses decidieron que era Juez y no la UCR la que representaba mejor la oposición al peronismo.
Si no lo logran, el ‘83 seguirá siendo para entonar nostálgicas consignas. Última curiosidad: la recuperación del radicalismo queda en manos del hijo del gobernador y del ministro político de la gestión que los alejó del poder hace 10 años, en un proceso que terminó dejando a la lista 3 tercera.
Fuente: La Voz - Miercoles 15 de Abril de 2009
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