Los radicales cordobeses agotaron casi un mes de discusiones sin ponerse de acuerdo sobre los candidatos y la futura conducción partidaria. Al fin, convocaron al Congreso Provincial para que decida y evitaron una interna que nadie quería. ¿Qué, cómo, y cuánto discuten? ¿Tan difícil les resulta ponerse de acuerdo?
La siguiente es una aproximación a las reuniones clave de fin del mes pasado, cuando el acuerdo parecía al caer y se les escurrió entre las manos. Pasaron dos semanas, pero los planteos no perdieron vigencia. El miércoles 25 de marzo a la noche, los referentes de los núcleos internos se reúnen alrededor de la mesa oval en el salón de conferencias del segundo piso del Foro de Intendentes, a una cuadra y media de la Casa Radical. Ramón Mestre, Miguel Nicolás, Carlos Becerra, Eduardo Angeloz , Heriberto Martínez (por Mario Negri) y varios intendentes encabezados por Alberto Giménez quieren construir la unidad.
Uno de los anfitriones propone junto a un pizarrón: “Empecemos por las cabezas de senadores, diputados y autoridades partidarias y vamos llenando hacia abajo”. Todos apoyan a Mestre para senador nacional; casi todos respaldan también a Oscar Aguad para diputado, pero el sector Negri no se pronuncia. También avalan a Becerra en su pedido de ser primer delegado al Comité Nacional. Pero siempre hay una traba.
Para presidir el Comité Provincia se anotan los grupos de Mestre, Nicolás y Negri. Discuten y los dos primeros declinan sus ambiciones a favor de un intendente (Carlos Felpeto y Giménez, en carrera). Pero el negrismo no se baja e insiste en que quiere la conducción partidaria. Como no piden candidaturas legislativas, los amigos de Negri insisten en presidir el futuro comité. Horas gastadas.
Las horas pasan y, como ese punto no se destraba, se busca avanzar en las listas legislativas. Varios le preguntan a Martínez si el sector Negri aceptaría incorporar un candidato a diputado y éste explica que no tiene mandato para poder contestar. “Hicimos la reunión para avanzar en las listas y vos tenés que consultar”, le reprochan varios. Se retoma el tema partidario y se pasa a un cuarto intermedio para ver si Felpeto, Martínez y Giménez –los tres candidatos a presidir el comité– se ponen de acuerdo. Pero las diferencias persisten y a las 5 de la mañana se termina el cónclave. El jueves es un día de llamados y reuniones varias, sin mayores avances.
El viernes después del mediodía vuelven a reunirse los referentes. Cambian algunas caras y se agregan otras. Hay más gente, más expectativas. Los representantes de Negri ratifican que sólo quieren la presidencia del partido. Nicolás insiste en lo mismo y recuerda que también lo quiere a Hipólito Faustinelli como segundo diputado, lo que después le sería cuestionado. Se repiten las discusiones, las voces levantadas y los reproches; también las reuniones “chiquitas” de un grupo con otro, las propuestas y las negativas; la tensión rodea a la mesa oval (que se parece a la de la Casa Blanca sólo por la forma).
Un testigo ironizó, con sentido autocrítico: “La postal me hizo imaginar lo que pudieron haber sido las reuniones del Club El Progreso, en Buenos Aires, cuando Leandro Alem se peleaba con Bartolomé Mitre (en los años previos al nacimiento de la UCR). Sólo que aquellos discutían ideologías y un modelo de país, y nosotros nos peleamos por cargos”.
Apuro final.
El negrismo insiste en que la solución es llamar al Congreso y atribuye a los otros una intolerancia que evita el debate y la solución. Con una visión distinta, sus adversarios estiman que la corriente de Negri quiere evitar cualquier acuerdo para forzar, precisamente, que se llame al máximo cuerpo partidario. Se acerca la hora de cierre y no hay prórroga que alcance porque la unidad no está. La delegación de Negri se va a armar su lista a la Casa Radical. Los angelocistas (no estaba Angeloz) se retiran y se van a acordar con el negrismo. Becerra arma su propia nómina.
Nicolás y Mestre intentan un acuerdo que los dejaría bien posicionados. Pero se pelean por la Capital. “Yo ya te la gané la última vez”, le recuerda Mestre con lógica política. Su contraparte le reprocha que quiere encabezar las listas para senador, para diputado y también quedarse con la Capital. Esa pelea entre ellos es hasta ahí nomás, porque al armar su propia lista Nicolás deja vacante el primer escalón de postulantes a ambas cámaras, precisamente para consensuar con el hijo del ex gobernador.
Fuente: La Voz - Domingo 12 de abril de 2009