Noticia de último momento: los cordobeses también vivimos en el mundo. Quien no lo crea, que lea lo que sigue. El campo sigue con los granos guardados, los precios en el tobogán, las retenciones altas y la desconfianza en la tranquera. Los fabricantes de maquinarias agrícolas creen haber regresado a los tiempos en que estalló la convertibilidad. Las plantas automotrices no terminan de conocer la intensidad del rigor que en directo les descarga el parate universal. La construcción trabaja sólo para terminar los edificios que empezó antes del estallido del capitalismo. El comercio ya no sabe qué ofertar para no perder clientes. Los que viven del turismo despiden a los últimos visitantes acusando recibo de la merma y sin saber cuántos pasajeros regresarán la temporada que viene. Convendría no inquietarse demasiado. Nuestra dirigencia se está ocupando... de ver cómo le irá en las elecciones legislativas de octubre. Ellos no tienen la culpa de que la peor crisis desde el crac de 1929 sea infelizmente contemporánea de los preparativos del escenario para que los cordobeses elijamos tres senadores y nueve diputados nacionales. Están en eso... y punto. Mirado desde la perspectiva de los políticos cordobeses, el desbarranque del mundo es apenas un cambio de contexto al que nuestros dirigentes prestan más atención por los todavía no precisados efectos en el humor frente a las urnas que por los cataclismos sociales que se puedan producir. Parecido no es igual. Mientras la tormenta perfecta termina de llegar hasta esta parte de la Tierra, nuestros muchachos se encargan de replicar una situación que aparenta ser la misma que la que hace dos años, para esta misma fecha: se abría la campaña electoral que terminó con el discutido triunfo de Juan Schiaretti sobre Luis Juez. Parece igual, pero no lo es. Para empezar, y a pesar de que la miran de soslayo, está la crisis. En 2007, hasta los peores enemigos del ciclo kirchnerista reconocían que los años acumulados de crecimiento económico eran un piso sobre el que se podían discutir otros temas, y una ventaja para cualquier oficialismo. El esfuerzo del peronismo para mantener divididos a sus opositores, que resultó clave para evitar el triunfo de Luis Juez en las elecciones para gobernador, tiene ahora una nueva versión. En su primer impulso, el golpe conjunto sobre el radicalismo de peronistas cordobeses y kirchneristas de la Casa Rosada ya tiene un resultado concreto: la UCR quedó más lejos de un acuerdo con Juez. Más lejos en posibilidad y en el tiempo. Radicales de distintos colores parecen haber llegado a un acuerdo para postergar al menos tres meses cualquier definición. Más: esta semana, los referentes principales del radicalismo cordobeses se sentarán a discutir un acuerdo que evite las elecciones internas del mes que viene, en las que tenían que elegir una nueva conducción en lugar de la que encabeza Mario Negri. Si la idea prospera, el nuevo Comité estaría formado por los distintos grupos hoy divididos en pro aliancistas y en antialian- cistas (un espacio que comparten radicales afines al peronismo cordobés, al kirchnerismo y alguna corriente simplemente radical), bajo la condición de que la estrategia electoral de octubre quede para más adelante. “Tenemos que pisar la pelota; no podemos seguir al ritmo de una operación tras otra hecha desde afuera del partido”, dijo uno de los dirigentes que participa de la idea de postergar una decisión. Vientos cruzados. En febrero, la visita de Juez a la Casa Radical desató varias tempestades convergentes para frustrar el acercamiento al Frente Cívico que impulsaban Negri y el jefe de los diputados nacionales de la UCR, Oscar Aguad. Unas soplaron desde Buenos Aires; otras nacieron aquí nomás. Ramón Mestre plantó bandera contra el acuerdo, a dúo con Rubén Martí, quien regresó al radicalismo para acompañar al hijo del ex gobernador pero también para volver a negarse a ser candidato. Martí está tan cerca del vicepresidente Julio Cobos como de Néstor Kirchner y Juan Schiaretti. Y Mestre creyó lo que con insistencia le dijeron en la Casa de las Tejas: él puede encabezar la reconstrucción del radicalismo. Kirchner y Schiaretti juegan esa ficha por razones obvias y Cobos porque detrás de un acuerdo entre Juez y Negri está Elisa Carrió, su rival en la pelea por los restos nacionales del radicalismo y por la candidatura presidencial de la oposición en 2011. El papel de Mestre ya lo representó Negri, bajo impulsos similares, cuando hace dos años optó por ser candidato a gobernador y terciar en la pelea entre Schiaretti y Juez. En estas horas, una corrida de intendentes radicales precede a otra. Los intendentes amigos del peronismo, como en 2007, volvieron a la Casa Radical a defender la identidad partidaria. A esa ola, la seguirá otra: un grupo importante de intendentes que se fueron detrás de Kirchner y de Juez también quieren volver al radicalismo para impulsar que el radicalismo vaya solo. Las promesas de recursos y de obras, hechas desde la Gobernación como desde la Presidencia, están en el corazón de esas decisiones. El peso convergente del antialiancismo tiene un par de problemas: al radicalismo cordobés le será difícil explicar por qué esquiva formar un frente electoral para pelear contra el kirchnerismo, tal como el que se está montando en todas las otras provincias. El otro dilema es encontrar un candidato a senador. Los dirigentes que mejor miden prefieren ir como candidatos a diputados nacionales, bajo la hipótesis de que salir terceros lo mismo los depositaría en el Congreso. El mismo Mestre gambetea encabezar la lista que propicia bajo la hipótesis de que se desviaría de su deseo de ser candidato a intendente capitalino en dos y años y medio. Carlos Garetto, el actual presidente de Coninagro (Confederación Intercooperativa Agropecuaria, uno de los cuatro gremios del campo), comenzó a ser sondeado para que acepte el desafío de chocar con Juez y con el candidato a senador del peronismo (Eduardo Mondino es hoy el más mencionado). Detalles enormes. El apuro por hacer una alianza y la desesperación por impedirla ignoran un dato esencial y desnudan una realidad cruel: 1) Radicales y juecistas nunca se sentaron a conversar qué los une, qué ideas podrían sostener juntos, y qué grado de confianza tienen como para imaginar un proyecto de poder serio para la provincia de Córdoba. Una alianza con la liviandad con la que viene siendo planteada es una invitación a un divorcio tempranero, aun cuando este año sólo se trate de despachar parlamentarios a Buenos Aires. 2) Lo cruel pasa por advertir que todo el montaje está sostenido y a la vez petardeado por simples especulaciones alimentadas por promesas de ayuda y por plata arriba y debajo de la mesa. Juez ya conoce a los radicales: tendrá que esperarlos más de lo que su impaciencia le aconseja. Eligió no criticarles la demora y dejarlos solos con su problema. Sabe que sin alianza con los radicales tiene menos posibilidades y que ganar por una diferencia importante le resultará complicado. El senador Carlos Rossi, la diputada Norma Morandini y Gumersindo Alonso fueron aleccionados por Juez para esa espera. Si finalmente el acuerdo con los radicales se cae, ellos tendrán una mejor oportunidad en las listas juecistas. A nadie le sobra nada. Si los radicales no saben para dónde tomar y el juecismo sufre operación tras operación para desgajarlo, el peronismo que gobierna todavía no consigue esquivar la hipótesis de una derrota. Ese escenario adverso es el que terminó por acercar a Schiaretti con el matrimonio presidencial. El gobernador ya no será sofocado como el año pasado, cuando, por ponerse del lado del campo, quedó al borde de la cesación de pagos. Y podrá armar su lista y su discurso electoral a suficiente distancia del kirchnerismo. A cambio, Cristina y Néstor podrán contar como propios los votos que consiga el peronismo de Córdoba en la noche de las elecciones. Visitas como las del jueves a Villa María, sin embargo, no formarán parte del núcleo de la campaña peronista. Si los Kirchner quieren sumar en Córdoba lo mejor será hacerse ver lo menos posible. “La nuestra tiene que ser una lista que refleje a todo el peronismo de Córdoba, incluyendo a De la Sota y a Olga Riutort”, dijo uno de los hombres del gobernador. ¿De la Sota candidato? Hay unos cuantos que lo están pensando. Es el peronista que mejor mide en las encuestas.
Fuente: La Voz - Domingo 8 de marzo de 2009
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